El 20 de noviembre de 1845, en lo que hoy es la localidad de San Pedro, a casi 200 km de Capital Federal, en una parte del Río Paraná que se angosta y hace una curva en forma de "S" llamada la Vuelta de Obligado, las tropas comandadas por Lucio N Mansilla junto con criollos, gauchos, indios, mulatos y mujeres, trataron de impedir que los recién estrenados barcos a vapor de Gran Bretaña y Francia, las dos más grandes potencias económicas, políticas y bélicas de la época, avanzaran sobre el territorio nacional. Por esa defensa heroica del territorio nacional, se declaró ese día, como Día de la Soberanía.
En 1845 el Estado nacional argentino estaba en construcción.
Juan Manuel de Rosas era gobernador de Buenos Aires y encargado de las
relaciones exteriores de la entonces Confederación Argentina. La lucha interna
entre unitarios y federales sobre cómo organizar el país estaba candente, sobre
todo entre correntinos, entrerrianos, santafecinos. Gran Bretaña y Francia
querían establecer relaciones comerciales directas con esas provincias sin
pasar por Buenos Aires ni reconocer la autoridad de Juan Manuel de Rosas.
Francia, Inglaterra y Buenos Aires tenían constantes
conflictos diplomáticos. Las potencias presionaban a Juan Manuel de Rosas para
que pusiera fin a la guerra con la Banda Oriental (hoy Uruguay) y quitara las
trabas al libre comercio y sus medidas aduaneras que protegían los productos
nacionales. Obteniendo la libre navegación de los ríos, los europeos podrían
recorrer sin problemas por el río Paraná y apoyar a Corrientes, provincia
opositora al gobierno de Rosas. Esto permitiría que la acorralada Montevideo
pudiera comerciar tanto con Paraguay como con las provincias del litoral.
En esa curva donde el río se angosta, las tropas comandadas
por el general Lucio N. Mansilla, encargado de la defensa del territorio
nacional, tendieron tres gruesas cadenas, de costa a costa, sostenidas sobre 24
barcaza para cerrar el paso. Sabiendo que era casi imposible combatir a los
invasores debido a superioridad bélica y tecnológica, la estrategia se fundó en
provocarles la mayor cantidad daños posibles en sus barcos de guerra y en los
mercantes, y provocar bajas en soldados y marineros, durante el tiempo en que
tardaran en cortar las cadenas.
Los agresores, que creyeron no iban a tener inconvenientes
al pasar, finalmente lograron avanzar, dejando un número de bajas en las tropas
nacionales diez veces mayor. Si bien lograron cortar las cadenas, se
encontraron con nuevos ataques en San Lorenzo y Tonelero, que si bien no les
generaron daños significativos, les obligaron a vivenciar la hostilidad de la
defensa nacional.
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